Los hábitos alimenticios han ido cambiando a lo largo de los siglos… pero los cambios más importantes se han dado estos últimos cincuenta años gracias a la agricultura moderna; la llamada revolución verde. En la actualidad ya no comemos como nuestros bisabuelos, la industría alimentaria aplica la química en la alimentación. Por otro lado el factor de temporalidad de la fruta y verdura se esfumó con la disponibilidad de casi cualquier hortaliza o fruta fresca durante cualquier época del año. El abastecimiento es continuo gracias a los conservantes que destierran los productos tradicionalmente cultivados en el país por los de importación.

Todo ello en beneficio del consumidor,… al menos ése es el mensaje que nos vende la industría cuando la realidad es otra. El aspecto, la presentación y el precio son factores sobrevalorados en detrimento de las cualidades organolépticas de las hortalizas y verduras o de su composición nutricional. Sabroso, fresco y jugoso, dulce… ¿son ésas las palabras que despiertan en ti un buen mordisco en una pera o manzana de supermercado? Hoy son muchos los consumidores que ponen en tela de juicio los procedimientos que usa la industria alimenticia y reivindican su derecho a una alimentación más sana, aromática y en su punto de maduración.

El consumo total de frutas y hortalizas representa el 15% sobre el gasto en alimentación de una familia al año y va en aumento. Manzanas estropeadas desde el interior, tomates sin dulzor, fresas insípidas… no todas las frutas son climatéricas -las que siguen madurando una vez recolectadas- y si compras una piña, uvas o cerezas recogidas antes de maduración, no habrán tenido tiempo de desarrollar sus aromas y azucares; se pudrirán sin madurar. La fruta y verdura de producción industrial hace que nos olvidamos de su verdadero sabor. Las variedades más vendidas no lo son por sus cualidades organolépticas sino por su rápido crecimiento.

La inmensa mayoría de los productos frescos que compramos han recorrido miles de kilómetros antes de terminar en nuestro carrito de la compra. Esto garantiza la rentabilidad del industrial, pero no la calidad de lo consumido. Esas piezas de fruta y verdura son impolutas, sin manchas ni irregularidades o señales de haber recibido golpes pero lo único que se podrás hacer con ellas es comerlas con los ojos porque en cuanto a su sabor… mejor dejálo. El consumidor está harto, y el agricultor también, que no el industrial que maneja el cotarro hoy en día. Todavía existen auténticos agricultores que quieren trabajar de forma más justa y honesta.

Abren sus tiendas online en las que venden parte de su producción directamente al consumidor o acuden a mercados tradicionales donde se acercan consumidores preocupados por el consumo más responsable a un precio justo, por el acceso a productos de temporadas más frescos y sabrosas, por la trazabilidad y el apoyo a la economía local, por la reducción del impacto medioambiental y emisiones de CO2 ligadas al transporte, por los alimentos de km 0, por recuperar los sabores de antaño, por acceder a productos de confianza, ecológico o cosechados de forma tradicional, por recuperar sabores y variedades autenticas de fruta y verdura,… se unen en grupos de consumo con apoyo en plataformas online o compran en tiendas que son puntos de encuentro entre pequeños productores y consumidores inquietos.