Desintoxicarse de Facebook, hora de redactar tu renuncia

Estás saturado, lo noto. Pero sigues ahí, cada día consultas religiosamente y desganado tu muro en Facebook. En busca de una semilla de información pertinente tal vez, aunque para qué engañarse… la mayor parte del tiempo lo hacemos para saciar al ego contando likes o para gastar esos tiempos muertos que marcan el ritmo de nuestro día a día. Todo cansa.

Lo coges con ganas y fuerza pero las interacciones sociales llenas de memeces a destajo acaban contigo y lo sientes. Terminas perdiendo el sentido de lo real y tus facultades de percibir el mundo en toda su amplitud. Todos pasamos por esas limpiezas primaverales de contactos y apagón de notificaciones pero… no damos el salto definitivo cogiendo la puerta.

Es algo que llega sin aviso, un día te acuerdas de Facebook y te das cuenta de que hace ya unos días que no publicas nada. Ya estás fuera, tu cuenta sigue activa pero has perdido el interés. Visualízalo, cuáles han sido los motivos. Tal vez haya llegado, sí… ese momento de despedirse. Se acabó la farsa de hacer sentir lo que queramos a alguien o cultivar nuestro yo digital.

Sí, esa copia burda de nosotros. Ése es uno de los motivos de peso para retomar el timón de tu vida digital. No necesariamente has de renunciar, piénsatelo bien. Igual un descanso breve te es suficiente. Pero si tu estancia en Facebook es puro desorden vacío de lógica, tal vez es hora de deshacer el entuerto, hora de redactar tu renuncia sin caer en ridículo ante la plebe. Si necesitas motivos, es que no estás preparado aún. No sigas leyendo y corre a abrir tu Facebook.

Tus motivos: sécate esos lagrimones, hora de despedirte de Facebook

Facebook te hace perder mucho tiempo

De media gastas unas dos horas de tu tiempo diario en consultar Facebook, y todo esto para lidiar con opiniones políticas a medio cocer, memes a mogollón, desinformación o noticias falsas y sensacionalistas, citas de Paulo Coelho por doquier, una ingente cantidad de selfies seudo-glamourosos, derroches de amor del todo prescindibles y hasta gritos de ansiedad de seres tristes por antonomasia,…

Sin olvidar la sensiblería generalizada que se palpa a través de los estados que funcionan como válvula de escape o bien muro de las lamentaciones…. ¡es un poco cargante! Y lo peor es que te sientes obligado en poner “me gusta” a muchas cosas por pena, compartes cosas sin leerlas y eres a la vez víctima y verdugo de esa alienación colectiva llamada desinformación.

Facebook te encara a la desinformación

Hubo un tiempo en el que un diario era todo lo que uno necesitaba para estar al día de la actualidad a nivel mundial. Bien, en la variedad está la libertad de los pueblos y despertar de las mentes. Pero una cosa es acceder a fuentes fidedignas de información para estar al día y otra es enfrentarse a toda esa información viral a través de Facebook, noticias sacadas de su contexto que se extienden como la pólvora ya que nadie se toma el tiempo de leerlas.

Aquel que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Nadie. Está claro, todos somos culpables. Compartir sin corroborar la información es un atentado contra el sentido común y la razón. Es más, no sólo nos enfrentamos a esa información sensacionalista sino a los comentarios de ilustres ignorantes que repiten como loros lo leído por algún foro o articulo de pacotilla. Esos inconscientes nos llevan al siguiente punto, hemos de encarar a diario su cretinismo.

Facebook te enfrente a soberanos idiotas

He de reconocerlo, a veces siento en mis carnes un escalofrío que recorre mi espinazo al toparme con uno de esos especímenes. Y claro, dos opciones se presentan ante nosotros para el regocijo de todos: ir de profeta evangélico con tomos bajo el brazo y toneladas de paciencia o ir de cronista burlón para acribillarlo con verdades como puños que su juicio rechazará en bloque. Esos inocentes endemoniados son vampiros energéticos, no suman y hay que andarse con pies de plomo.

Es un ejercicio divertido que al final invadirá tu vida con centenares de notificaciones que te robarán el tiempo. Por otro lado, seguro que más de la mitad de tus contactos no te han olido los sobacos en la vida. O sea, que no les conoces en persona ni tienes interacción feisbukiana con ellos. ¿Entonces, para qué? Ni se te ocurra pensarlo, en crearte varios perfiles: uno personal y otro profesional. Para eso tienes a LinkedIn. Y para la información de calidad tienes a Twitter.

Facebook nos conecta y aleja de nosotros mismos, la carta de renuncia

Facebook, lo nuestro ya no es lo que era. Me ilusionaste y creí en lo nuestro. Pero para qué seguir el engaño, lo nuestro es una relación de amor-odio. Probablemente mi perfil se considere prolífico dado la cantidad de publicaciones compartidas en todos estos años, no fueron todas risas y sonrisas. Te deje en contadas ocasiones, necesitaba un descanso ya que me extraes mucha energía.

Espero que lo entiendas aunque lo más probable es que ni te inmutes, tienes usuarios a punta pala. Hasta puede que no te des cuenta de mi ausencia, ni mis contactos para quienes sólo soy un breve inciso en su vida digital,… en unos nanosegundos fugaces me iré. Recuperaré mi vida, solo. No me echaré en los brazos de Twitter o Instagram, saldré a conocer bonitas casualidades ahí fuera.

Me siento libre, por fin mi mente desbocada encontró su freno y piensa sin necesidad de compartirlo todo. Mis pensamientos son míos, mis sentimientos secretos y mis opiniones para quienes se las merecen. No volveré a desgastarme en discusiones infertiles ni crear contenido que te halague. Me siento bien, con ganas de abrazar a mi gente sin pasar por el wasap, sorprender a mis amigos, mi pareja y mi familia… éste es mi sentir y se merecen saberlo de primera mano, no a través de ti, Facebook.

Adiós, y cuídate.