Cada vez que Apple lanza un nuevo modelo me surge la misma duda: ¿actualizo mi MacBook o me compro uno nuevo? Últimamente me lo he estado planteando seriamente y, tras meditarlo, me he decidido por la primera opción ya que mi MacBook blanquito tiene menos de dos años, cubre perfectamente mis necesidades y además ahora ha pasado a ser una pieza de museo tras la decisión de Apple de no seguir comercializando este modelo.

Por otra parte, el otro día os comentaba que Lion soportaba TRIM para unidades SSD, y aunque parece ser que únicamente para las unidades que montaba de serie o como opción de configuración en sus ordenadores, también es cierto que existe un parche no oficial capaz de activar el TRIM en Mac OS X Lion, así que me he animado a empezar la actualización de mi MacBook sustituyendo el disco duro por una unidad SSD.

Primeros pasos

Estos primeros pasos no son imprescindibles pero sí muy recomendables. Lo más probable es que quieras pasar la información que tenías en el HDD de tu equipo a la nueva unidad SSD, así que teniendo en cuenta que una de las desventajas de las unidades de estado sólido es que tienen un número de ciclos de escritura inferior al de los discos duros tradicionales, resulta conveniente que optimices el espacio del disco duro antes de pasar los datos a la unidad SSD.

Para ello revisa los datos que tienes almacenados y elimina todas las aplicaciones que no utilices, así como los archivos innecesarios y duplicados. La aplicación DaisyDisk resulta muy útil para analizar el tamaño de los archivos que tienes almacenados y detectar cuales son los que más ocupan, no es gratuita pero tiene un periodo de prueba. Por otra parte, para eliminar archivos duplicados resulta muy útil la aplicación gratuita DupeGuru.

Una vez tengamos el HDD limpio como una patena, el siguiente paso consistiría en reparar permisos y realizar una copia de seguridad con Time Machine o clonar los datos de disco en una unidad externa. En mi caso me decidí por ambas por aquello de que dos mejor que uno, así que además de una copia de seguridad íntegra con Time Machine, cloné la información del HDD con la aplicación gratuita Carbon Copy Cloner para tener un apoyo extra en caso de que los datos no transmitieran de forma correcta o necesitara algún archivo concreto.

Migración de datos del disco duro a la unidad SSD

Las unidades SSD son caras así que conviene meditar bien qué espacio de almacenamiento podemos necesitar para no gastar más de lo necesario. En mi caso concreto quería una unidad que almacenara principalmente el sistema operativo y las aplicaciones, así como los archivos que utilizo con más frecuencia para acceder a ellos rápidamente, por ello me decidí por un almacenamiento de 120 GB.

En cuanto a la marca, existen múltiples modelos en el mercado pero tras mirar los benchmark y la relación calidad/precio, opté por una SSD OCZ Vertex 2 SATA II que adquirí en PCcomponentes por 170 € (IVA y transporte incluidos).

Por último quería comentaros que, aunque existen unidades SSD SATA III compatibles con SATA II (la que incorpora mi MacBook), no tiene mucho sentido comprar una unidad cuya velocidad no vas a poder aprovechar y que, además, es poco probable que puedas instalar en otro ordenador de Apple ya que seguramente se decantará en el futuro por módulos de almacenamiento SSD como los que incorpora el MacBook Air.

Cuando ya tengamos nuestra unidad SSD, en primer lugar habrá que formatear la unidad SSD con Utilidad de Discos eligiendo el sistema de archivos Mac OS Plus (con registro) y tabla de particiones GUID, tal y como se ve en la siguiente imagen:

Una vez formateada, mi consejo es que utilicéis una unidad externa con conexión SATA para instalar el sistema operativo (en mi caso Mac OS X Lion) y hacer la migración de los datos del disco duro a la unidad SSD, de esta forma posteriormente tan sólo será necesario sustituir el HDD por la SSD y arrancar el ordenador.

La otra opción consiste en hacer primero el cambio y seguidamente arrancar desde el SuperDrive con el DVD de instalación del sistema operativo o con un pendrive y elegir la unidad SSD para su instalación. Ambas son perfectamente válidas pero en mi caso preferí la primera que os he comentado.

Después de instalar Lion en menos de media hora, procedí a indicarle que transfiriera los datos desde la última copia de Time Machine realizada. Por último y aprovechando que tenía la unidad SSD en una carcasa externa, arranqué el portátil eligiendo esta ubicación para comprobar que todo funcionaba correctamente como paso previo a la sustitución de hardware.

Instalación de una unidad SSD en un MacBook

Mi MacBook es un Core 2 Duo de 2.26 GHz Unibody (late 2009) de policarbonato blanco, por lo que la sustitución del disco duro es bastante sencilla. Para ello es necesario un destornillador 00 para los ocho tornillos de la tapa trasera y los dos que sujetan el disco a la placa base, y un destornillador torx T6 para los cuatro que se encuentran en los laterales del disco duro.

Es importante descargar la electricidad estática de nuestro cuerpo antes de tocar nada para evitar dañar los componentes, así que una vez lo hayamos hecho, ya podemos ponernos mano a la obra.

Una vez abierta la tapa nos encontramos con que el disco duro está situado en una de las esquinas tal y como puede apreciarse en la siguiente imagen.

A continuación desatornillamos los tornillos de la pieza negra que sujeta el disco duro a la placa base y los de los laterales del disco duro para atornillarlos en los laterales de la unidad SDD y encajarla en el hueco. He de reconocer que no disponía de destornillador torx y me las apañé con unos alicates.

Una vez desatornillado, desconectaremos el disco de la conexión SATA para conectar la unidad SSD.

Antes de atornillarlo todo de nuevo, conviene cambiar el plástico del HDD al SSD para así facilitar futuras extracciones.

Puesta en funcionamiento

Cuando lo tuve todo correctamente instalado y encendí el MacBook, lo primero que hice fue comprobar el soporte TRIM. Tal como me imaginaba y ya se había comentado, el soporte no está activado para las unidades SSD que no monta Apple por defecto, así que instalé TRIM Enabler para activar dicha opción.

Una vez activado TRIM, lo siguiente que hice fue comprobar la velocidad de lectura/escritura con la aplicación gratuita Disk Speed Testy compararla con la obtenida con mi antiguo disco duro . Como podéis comprobar en la siguiente imagen el aumento de velocidad es sorprendente.

También he realizado algunos cambios en el sistema operativo para optimizar el rendimiento de la unidad SSD, aunque lo dejo para un próximo post y así no hacer demasiado extenso éste.

Conclusiones

Después de una semana de uso lo primero que me viene a la cabeza es ¿por qué no he hecho esto antes? El sistema operativo se carga como mucho en un minuto (he llegado a cronometrar 24 segundos desde que se pulsa el botón de inicio hasta que se cargan todos los iconos de la barra de tareas), el lanzamiento de aplicaciones es prácticamente inmediato, cuando bajas la tapa y la levantas al cabo de un rato la pantalla se ilumina de forma instantánea (antes tardaba un par de segundos como mínimo), los archivos se copian de forma mucho más rápida (en algunos casos ni siquiera aparece la ventana que te informa del tiempo de la copia). Para el uso que le doy a mi MacBook, esta actualización me ha supuesto un gran avance.

En cuanto a la parte de hardware, se agradece el silencio de la unidad SSD, además la temperatura se mantiene en unos 30º y la del procesador oscila entre 50º y 70º (según las aplicaciones que esté utilizando). No he notado que haya disminuido el rendimiento de la batería ni tampoco he observado ningún comportamiento extraño, así que puedo decir que estoy satisfecha con la inversión realizada.

En el aspecto negativo sólo puedo destacar el espacio de almacenamiento limitado aunque pronto mejorará cuando instale mi antiguo disco duro en lugar del SuperDrive, gracias a un adaptador que espero recibir en breve.