La mujer cosificada, apuntes sobre la belleza femenina

La mujer cosificada. Cosificar significa, en este caso, convertir a la mujer en una cosa. Las cosas se compran, se usan, se gastan, se descartan.

Las publicidades son un reflejo bastante exacto de la cosificación de la mujer: siempre estúpida pero con lindo culo y un tremendo par de tetas, esposa, profesional del jabón en polvo. La cosificación castiga a la mujer en su propio cuerpo, la obliga a construirse sobre estereotipos. No es novedad.

Las modelos trabajan de modelo, son una publicidad en sí mismas, definen la ropa, el color de pelo y de ojos, el largo de piernas, lo que es lindo y, principalmente, lo que hay que rechazar. La mujer es tratada como objeto de mercado y se la valora de acuerdo a sus prestaciones. Algo apenas más sofisticado que un mueble.

La fotógrafa sudafricana Jodi Bieber (1967) analiza este escenario en su ensayo Real Beauty [Belleza real]. La idea surgió en un viaje de Londres a París, compartió el avión con una modelo con quien entabló una charla acerca de las exigencias de cuidar la imagen.

Ella le explicó que hay cuestiones que ya no le preocupaban, por ejemplo las ojeras. Los programas como el photoshop disimulan las imperfecciones, las mías y las de todas las modelos, le dijo. A partir de esa conversación comenzó a retratar mujeres tal cual son, sin retoques digitales, en busca de una belleza real.

Bieber explica que Real Beauty también está inspirado en su propia vida. Cuando cumplió cuarenta años comenzó a sentir mayor comodidad con su propio cuerpo, especialmente en comparación con su adolescencia.

De pequeña sufrió los cambios de su cuerpo: la presión social sobre esos cambios. En Sudáfrica, según cifras oficiales, los casos de anorexia en las mujeres creció cerca de un 20 por ciento en los últimos cinco años. Al parecer, el problema es que toman como parámetro el cuerpo occidental europeo que usualmente aparece en las campañas publicitarias masivas.

El primer impulso de Bieber –cuenta– fue ir a contramano del mensaje de los medios de comunicación y de la representación de la belleza europea que avanza sobre una sociedad acomplejada, donde las mujeres viven arrastrando dudas sobre sí mismas, tanto en la juventud como en la adultez. Las mujeres sudafricanas persiguen una idea falsa de perfección, asegura.

El ensayo completo consta de una cincuenta fotografías, ninguna está manipulada, se ven las manchas, las cicatrices, la celulitis o cualquier marca en el cuerpo o en la cara.

Las sesiones se realizaron en colaboración con cada una de las mujeres retratadas. Bieber las fotografió en sus hogares, junto a sus cosas, vestidas con su propia ropa, dejó que cada una proyecte su personalidad.

Ella solo eligió el lugar más indicado por la luz. El trabajo –dice– creó un espacio para que cada mujer explore su propia identidad en relación a la belleza y que viva durante un par de horas en un ambiente de elementos de fantasía. Uno de los puntos que la sorprendió fue el espíritu conservador que afloró durante la sesiones. Según ella, se trata de un elemento de estructura cultural.

Fueron dos años de trabajo. Hizo una pequeña campaña en busca de mujeres y por momentos sintió que la gente pensaba que estaba reclutando gente para una sesión de fotos pornográficas.

Las mujeres se acercaron solas. Ella no discriminó a ninguna. Incluso hubo mujeres que hubiesen querido fotografiarse, pero que se negaron por tres razones: el marido no las dejó, lo tenían prohibido por principios religiosos o porque no estaban conformes con su cuerpo, no querían mostrarlo. Todas las mujeres que participaron lo hicieron –agrega la fotógrafa– porque creyeron en el proyecto y en el respeto al cuerpo real.

Antes de cada sesión, Bieber realizó una entrevista. De allí surgió un segundo análisis. las mujeres más altas y delgadas temían que les digan que estaban enfermas de VIH.

Otras, por el contrario, no querían ser tildadas de obesas. Las respuestas variaban de acuerdo a cada comunidad. Aún así, la mayoría de las mujeres aseguró que no existe el cuerpo perfecto y que lo ideal es sentirse sana y cómoda en la propia piel.