Naturaleza y tecnología en la obra de Martin Kim Luge

Decir que la tecnología es parte de la vida es una obviedad; ahora bien, naturalizar la tecnología es un camino un tanto más enredado, donde es necesario una estructura conceptual profunda que permita entender a los dispositivos que suelen denominarse tecnológicos como inmanentes al desarrollo social, biológico e intelectual. El artista alemán Martin Kim Luge acepta el desafío y se aventura en busca de una posible respuesta.

The digital wind

Su obra The digital wind (2010) da un paso clave. Básicamente, convierte las señales inalámbricas de un espacio determinado en sonido de viento. Funciona con cualquier frecuencia, wi-fi, bluetooth, teléfonos móviles, etc. La propuesta es una metáfora de cómo determinados artificios son centrales para el desarrollo de la vida en una sociedad moderna, tan simples y omnipresentes. El usuario/espectador se acerca un instrumento al oído para poder escuchar, cuanto más potente sea la señal, más real y nítido es el sonido que percibe. Las conexiones inalámbricas, cada vez más comunes, simbolizan en este proyecto el intercambio constante de información, bits que navegan, que ingresan y egresan de ordenadores y de cualquier aparato portátil. The digital… permite también la interacción entre distintos usuarios/espectadores, para formar así una suerte de ensamble de vientos.

El juego interpretativo es doble. Por un lado se crea una relación directa entre tecnología y naturaleza, no sólo en términos estéticos sino también semánticos. Y por otro empuja un estado de conciencia donde el avance tecnológico se presenta como irreversible y parte indisoluble del entorno urbano. Se puede ver un video de la obra en funcionamiento pulsando [aquí].

Para Literally speaking (2009), el artista, junto a Torsten Posselt, explota las capacidades de la red social Twitter, una de las de mayor crecimiento en el último año. Kim Luge explica que la idea es manipular la información que circula allí adentro en forma literal a lo que expresa la marca del site, es decir, convierte los textos en el canto de pájaros. El proyecto fue desarrollado para exposiciones en lugares públicos. Cualquiera puede acceder a su cuenta y “twittear”, el sistema luego decodifica cada palabra en un sonido de ave para crear una breve melodía improvisada. “El microblogging se extendió por todo el mundo y tomó mucha fuerza durante las últimas crisis políticas en Estados Unidos, Europa y Oriente medio. Es una forma fácil y gratuita de la comunicación. A pesar de eso, es claro que hay muchos mensajes que no son de mayor interés. Pero… ¿Qué pasaría si fueran llamados de los pájaros?”, comenta el artista.

me myself and I

La instalación Me myself and I (2009) deja a un costado la búsqueda de interconectar naturaleza y tecnología para explorar la imagen que los humanos construyen de sí mismos. El objetivo es mostrar explícitamente los destellos de vanidad que tienen todos aquellos que se prestan a tomarse una fotografía. El espectador se sienta delante de una caja integrada por un sistema que lo fotografía y le muestra inmediatamente la imagen resultante en una pantalla. Puede elegir si le gusta o no, y tomar una nueva foto todas las veces que considere necesario. Mientras esto sucede, el sistema va siguiendo los ojos del espectador, dónde se posan, cuál es el foco de atención. Es notable: prácticamente todos se detienen en primera instancia en sus defectos. Y eso es justamente lo que destaca por su propia cuenta el sistema en una imagen que luego imprime y expone. “El modelo es el más crítico de sí mismo, está influenciado por sentimientos de tipo narcisista o de insatisfacción”, apunta el artista.

El espectador recorre al finalizar una serie de fotos donde sus defectos y virtudes están amplificados, aquellos que vio silenciosamente y que intentó disimular. Hay un video realizado por Kim Luge que muestra Me myself… en acción.

To hear the grass growing

To hear the grass growing (2008) es otra propuesta de alto vuelo dentro del catálogo de Martin Kim Luge. A través de una serie de chips y plaquetas, conecta hierbas, generalmente pasto, con un sistema que permite generar sonido de las transformaciones. A medida que las hierbas crecen, van generando un paisaje sonoro propio. La obra es parte de una serie de investigaciones que el artista desarrolló para comprar el comportamiento de la tecnología y la naturaleza en paralelo.

La metodología es directa, son tres capas, cuando las raíces se conectan entre sí, un microcontrolador detecta los movimientos y da una señal a un sounddevice para reproducir una muestra de sonido a través de un altavoz integrado. La complejidad del sonido es mayor cuanto más se expande la raíz.

Los intentos por aunar tecnología y naturaleza representan la médula espinal de la obra de Kim Ludge. No importa si los resultados son positivos o negativos, de hecho hacer una valoración es hacer una lectura segmentada, cientificista. Es preferible ubicarse en el lugar del receptor de preguntas, para después generar otras nuevas, entonces seguir de cerca el camino conceptual trazado. ¿Es posible naturalizar la tecnología?. Nadie lo sabe, pero vale la pena correr el riesgo de una posible respuesta.